Hoy es 28 de Julio

Experiencias en la Escuela (IENBA)

De todos los errores que he cometido en mi vida, están los del arrepentido y los de quien no ha sido advertido.

No con la intención de castigarme, sino como una forma de recordarme dónde no volver a caer, os escribo una corta lista de lo que en mi memoria se guarda.

Me arrepiento, sobre todo, de haber permanecido demasiado tiempo en lugares que no me favorecían. A veces por lealtad, otras por miedo o simplemente por costumbre. Sitios que me desgastaban sin que me diera cuenta, donde la energía se iba a cuentagotas y el alma se encogía en silencio. Salir de allí no fue sencillo, pero lo más difícil fue volver a habitarme con plenitud después de tanto tiempo relegada.

También lamento no haber descansado lo suficiente. Saber que una pausa, una siesta, un silencio, pueden devolverme la claridad y aun así no permitírmelo… Es una forma sutil de auto abandono que aprendí a disfrazar de compromiso o productividad. Hoy entiendo que el descanso no es un lujo, es una necesidad. Y que hay cosas que solo se acomodan cuando el cuerpo y la mente están en calma.

Otro error ha sido cargar culpas que no me correspondían. Sentirme responsable de lo que otros sentían, de sus decepciones, sus enojos, sus expectativas. Como si mi tarea fuera contenerlo todo. Pero no lo era. No lo es. Aprender a diferenciar mi emoción de la ajena esta aun en proceso, pero voy.

Por último, me pesa haber dejado que voces mediocres, opiniones sin profundidad ni cariño, nublaran mis días. Darles espacio, creerles más de la cuenta. Dejar que opacaran mi certeza o mi alegría. Hoy me esfuerzo por filtrar mejor a quién le doy volumen en mi vida, pero temo que algunos han vencido y me han hecho una cobarde que se esconde cuanto puede en su cueva de creaciones.

No se trata de quedarme en la culpa, más bien de trazar un mapa con marcas claras que digan: aquí ya no vuelvo. De hacer las paces con lo que fui y cuidar mejor lo que soy.